FIESTAS DE FIN DE AÑO

Una de las fiestas más animadas y auténticas de despedida del año se vive en Quito la capital de los ecuatorianos. El 31 de diciembre las calles se visten de fiesta, en cada barrio los vecinos se unen para armar una gran tarima donde colocan a los “años viejos” (muñecos rellenos de papel periódico) que se les quema a media noche.
Unos días antes de la noche vieja se empieza a preparar los actos para despedir el año. El más típico es la elaboración de los “años viejos”, que a las 12 de la noche se los quema en un símbolo de despedir al año con furia, por los negativo recibido, y al mismo tiempo con la esperanza de que el año que llega sea mucho mejor.
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La tradición de la quema de los “años viejos” es tan popular en Quito que desde hace unos años existe un concurso, el escenario es la avenida Amazonas, una de las más céntricas y concurridas de la ciudad. En esta avenida está ubicado el Mercure Hotel Alameda, de manera que si quiere vivir esa manifestación popular en primera fila, no hay nada mejor que hospedarse en este Hotel que por temporada ofrece paquetes interesantes de  hospedaje, consulte www.mercurequito.com.ec.
A lo largo de la Avenida Amazonas se ubican tarimas cuyos protagonistas son los muñecos que recrean con humor escenas de los últimos acontecimientos políticos. Miles de personas, muchas disfrazadas, acuden a mirar ese espectáculo que termina en cuanto empieza a caer la tarde, y se elige al mejor “año viejo del año”.
Los “años viejos” van acompañados de las famosas viudas, son hombres vestidos de mujer que piden unos centavos de caridad para atender al pobre viejo que a las 12 de la noche fallecerá.
Son personajes cómicos, estrafalarios, con gestos y maquillaje exagerados que por conseguir la “caridad” recurren a una serie de ocurrencias que sacan más de una carcajada.
Los “años viejos” traen también la lectura del testamento del viejo. La creatividad y humor quiteño, conocido como sal quiteña, logran hacer en rima un cómico estamento que contiene la herencia que deja el moribundo a cada integrante de la familia o del grupo donde se quema a ese personaje.
La última noche del año se despide también con una deliciosa cena. No existe una receta común; no obstante, es una noche de excesos. Generalmente las familias preparan carne asada, pavos horneados, cochinillos, pollos al horno, que se acompañan con ensaladas y arroz, este último ingrediente nunca falta en la mesa de los ecuatorianos.
A diferencia de la navidad, la noche vieja en Quito es una ocasión propicia para el baile. En frecuente encontrar fiestas populares en las calles de la ciudad, muchas con orquestas en vivo que amenizan la jornada hasta que el sol aparece.
Un sitio que recomendamos para despedir la noche buena es el Mercure Hotel Alameda. En el salón Cipreses Mercure, donde caben más de 300 personas sentadas, se hace una gran fiesta.
El salón es decorado de manera majestuosa, es una noche de gala, de elegancia. El menú está lleno de oferta de carnes rojas, mariscos y aves preparados de diferentes maneras. Las ensaladas y postres se sirven en un verdadero festín que se disfruta mientras la música incita al baile y a la diversión.
Si usted es de las personas que festejan el año de una manera más tranquila, con una rica comida y música suave, le sugerimos el Spicy Bistro Restaurante del Mercure Hotel Alameda.
Tendrá una opción de deliciosa comida, pero sin la fiesta y el baile. Las opciones están disponibles en www.mercurequito.com.ec.
La última noche del año es también una noche de tradiciones y creencias. Una serie de ritos y cábalas son practicados por los quiteños. Uno de los más comunes es comer 12 uvas los últimos minutos del año que se va. Ingerir una a una las uvas mientras se pide un deseo es algo que casi obligado en todos los lugares.
Hay quienes usan ropa interior amarilla como un símbolo de que los 365 días venideros serán mucho mejor que los que despide y quemaron. Otros en cambio prefieren agarrar una maleta y a las 12 de la noche corren por los alrededores de su casa, esto supone que tendrán muchos viajes.
Costumbres esperanzadoras que se cierran con un gran abrazo. Un abrazo generoso que se reparte a todos quienes están a nuestro alrededor con los deseos sinceros de que el nuevo año vendrá lleno de bendiciones, salud y prosperidad.

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